La colonia de Santa Maria della Sorresca ocupa una pequeña península en la orilla oriental del lago de Paola, a poca distancia de la moderna ciudad de Sabaudia, y está rodeada en el lado de tierra por una franja de muralla sin torres. Dentro de esta esbelta estructura de protección se encuentra un gran edificio de dos plantas, destinado a combinar las funciones residenciales con las necesidades productivas de la piscifactoría, y una capilla, flanqueada por un robusto campanario de avistamiento y defensa pasiva.
A pesar de la sucesión de comunidades monásticas benedictinas, cluniacenses y basilianas a partir del siglo X, la disposición actual del complejo parece derivar de las transformaciones promovidas por los templarios a partir de 1212, cuando, tras una larga disputa, fue concedido como enfiteusis a la preceptoría romana de Santa María in Aventino, que lo conservó durante casi cuarenta años.
En 1259, el tenimentum de Sorresca, junto con el mucho más notable locum de San Felice Circeo, fue cedido por los caballeros al futuro cardenal Giordano Pironti a cambio de una granja no muy lejos de Roma que, al ser adyacente a otras propiedades de la orden, permitía agregar una vasta finca entre la vía Laurentina y la vía Ardeatina.
Tras un breve paso por el control de la familia Annibaldi en 1301, la familia Caetani se hizo cargo y mantuvo el uso de la Sorresca hasta 1565, cuando se convirtió en propietaria definitiva.
La capilla consiste en una sala desnuda de una sola nave, cubierta con caseríos modernos, concluida en el lado este por un pequeño ábside donde en la parte inferior se encuentran los restos de un velo delimitado en ambos extremos por columnas rojas, mientras que los amplios espacios dejan entrever una pintura más antigua, cuya trama, sin embargo, no se puede reconstruir. En esta parte del edificio se encuentra también una preciosa estatua de madera del siglo XIV de la Virgen con el Niño, objeto de un arraigado culto que califica a Sorresca como el principal santuario mariano de la zona.
